En este artículo publicado en www.citymha.org.uk, Poppy Jaman analiza cómo el “Informe mundial sobre salud mental: Transformar la salud mental para todos” de la Organización Mundial de la Salud nos da una clara perspectiva del reto que afronta nuestro mundo.
Los hechos son arrolladores. En 2019, cerca de mil millones de personas -incluyendo un 14% de los adolescentes en todo el mundo- vivián con un desorden mental. El suicidio representó 1 de cada 100 muertes, la mayoría de ellas en personas de menos de 50 años. Los trastornos mentales son la principal causa de discapacidad, provocando que 1 de cada 6 años se viva con esta discapacidad. La depresión y la ansiedad aumentaron en más del 25% sólo en el primer año de la pandemia. Como explica el informe en las primeras páginas:
“las prácticas tradicionales en salud mental simplemente ya no funcionan”.
También hay recomendaciones dentro del informe. Muchas de ellas no están bajo el dominio clínico, y cada parte de la sociedad puede hacer uso de ellas. Incluyen un llamado a remodelar y reimaginar los entornos en los que pasamos nuestro tiempo, para que protejan mejor nuestra salud mental y prevengan las condiciones de salud mental. No sorprende que uno de los entornos que la OMS prioriza sea el lugar de trabajo. De hecho, el concepto “lugar de trabajo” se menciona 48 veces en el informe. La comunidad laboral es reconocida como un lugar que puede suponer un riesgo para la salud mental si no segestiona adecuadamente, pero también como un entorno que puede tener un enorme impacto positivo.